Recortes en el agua

11 septiembre 2006

La vida de nuestros vecinos de la calle

Esta mañana algo me sorprendió, no sé por qué, dado que desconozco la vida de mis vecinos de la calle, pero gracias a mi perplejidad hoy he tenido un nuevo asunto en que pensar.
Estaba uno de los individuos que viven en la calle, entre los bancos de piedra de la Plaza de la Encarnación y los de hierro de la Plaza de San Pedro, sentado a las siete de la mañana muy concentrado, con un vaso de agua enfrente, tras lavar su chaleco que pendía tendido en una percha de un ficus, haciendo el sudoku de un periodico gratuito.
¿Porqué esta imagen fue digna de fotografía para mí? No lo sé, quizá porque los prejuicios hacen pensar que estas personas no sólo no se asean ni tienen casa, están alcoholizados y huelen fatal, sino que además, se les asocia ignorancia falta de facultades mentales, encefalograma plano...muy duro y cruel, pero todo esto me asaltó esta mañana en un segundo.
Y me respondí...no sabemos nada de nuestros vecinos de la calle, dónde han vivido, qué estudiaron, qué les gusta-ba leer, comer, etc. El motivo de haber llegado a su situación y vivir en la calle, sea cual sea, es algo que puede suceder, pero la persona es una antes y después, y me pregunto ¿se echará de menos a sí mismo, no a su vida lo que tuviera o quien tenía cerca...sino a su alma, su pensamiento y sus gustos?
No tengo respuestas, y no hay que torturarse con algo que no podemos solucionar nosotros, pero hay preguntas que se las puede hacer uno al menos una vez en la vida.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dice...

Yo, tu cualquiera, es un mendigo de la vida en algún momento.
Todo el tiempo no estoy pensando como un matemático, ni componiendo como un músico, ni todo el tiempo estoy limpiando mierdas ni recreando la belleza. Todo el tiempo, mi tiempo no soy un suicida aunque me pasen aires de todo esto alguna vez, algún rato y otras muchísimas cosas más.
El cuánto y el qué emplee mi tiempo y la decantación de mis aficiones, acabarán acuñandome la etiqueta que me pondrán mis semejantes. Si ando mucho entre maderas... acabarán llamandome carpintero; aunque si ando mucho con botellas no me dirán botellero o bodeguero si no borrachín.... y así con el resto de etiquetas humanas e inhumanas.
Reducir a una persona a un cliché de una etiqueta... me parece una evaluación de la persona muy simple. Pensar de una persona que como tiene la etiqueta de alcoholico, ya no le queda espacio mental para hacer o pensar en otra cosa, es simplificar en exceso.
¡Somos tan ricosy diversos que llegamos a ser imcomprensibles ... hasta para nosotros mismos!

... me miro en el espejo por las mañanas y me asombro de tener aún la misma cara... Kiko veneno

2:32 p. m.  

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