Recortes en el agua

27 septiembre 2012

El reloj de mi vida

Antes de un año de recibir mi precioso reloj, se paró.

Lo llevo a la casa y el relojero malla la tapa intentando abrirlo. Cuando lo consigue, comprueba que la arandela está rota, de fábrica y lo envían allí.

A los dos meses me avisan para recogerlo. Tan contenta al recoger mi reloj de nuevo, me doy cuenta de que la tapa sigue mellada y había sido el relojero. De vuelta a fábrica.

Al mes me avisan para recogerlo. Tan contenta me lo llevo puesto. Al día siguiente se para.

Lo llevo a la casa y lo mandan a fábrica tras comprobar que, efectivamente se paraba a los dos minutos de ponerlo en hora.

Al pasar casi un mes me avisan para recogerlo. No quepo en mí de contenta, por fin. Al recogerlo compruebo que el cierre no cierra bien. Lo han doblado. Ahí se queda mi reloj para ir de nuevo a la fábrica.

Esta historia me suena. Es como la vida misma.

¿Podré algún día disfrutar de mi reloj... contenta porque a pesar de los deterioros e idas y vueltas, vuelva a mí íntegro y dispuesto a contar las horas conmigo?

Así lo espero.



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