Recortes en el agua

06 octubre 2012

Hasta la vista

Amo a un hombre,
le respeto y le apoyo,
le dejo abrir las alas,
callo y desaparezco.
Hasta la vista.

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03 octubre 2012

Rectificar es de sabios

Cada día tenemos que tomar decisiones y para ello cada día tenemos que hacer un balance de las mejoras y las repercusiones negativas que nos traerán, un análisis de previsiones en el que nuestras experiencias y las de los demás ejercen un importante peso, un contraste de posibilidades. Y no tomarlas también es tomarlas.

Siempre intentamos tomar las decisiones menos dolorosas, las que son mejor para todos los implicados, las que creemos estar seguros de que son adecuadas.

Pero, hacemos lo contrario? Somos capaces de rectificar cuando nada ha mejorado tras nuestra decisión? Somos capaces buscar otro planteamiento o de aceptar una propuesta de otra persona que tenga una idea diferente?

¿Somos capaces de aprender de una decisión desafortunada o preferimos seguir en nuestras trece esperando que el tiempo, el olvido, las circuntancias y la vida misma "pongan las cosas en su lugar" y nos eximan de reconducir nuestra visión de las cosas y de asumir que amenudo desaprovechamos oportunidades que hemos descartado, de rectificar?

Hay personas a las que nunca les irá mal en la vida, gente que aprende de sus decisiones, que carece de soberbia y se enriquece al rectificar lo que ha hecho más que arrepentirse de lo que nunca hizo, que se esfuerza cada día por abrir sus puertas a un Sí, que cree en que la vida puede ser maravillosa gracias a la voluntad y la actitud de vivir acompañado en un mundo en el que solo es imposible sobrevivir.

Gente generosa y agradecida, gente valiente y comprensiva, gente que arriesga, apuesta y gana siempre porque la gente llena de amor, de ilusión, de alegría y vitalidad, cuando yerra, rectifica.

El refrán dice "Rectificar es de sabios". Y todos podemos ser sabios porque la sabiduría, más allá del conocimiento puro y duro, es sentido común, actitud de aprender, prudencia y humildad.


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01 octubre 2012

Oda. Mi corazón sonríe a los hijos de cada uno

Mi corazón llora por tu hija que con doce años conoce el malestar de la quimioterapia y el inexplicable dolor en las entrañas, y sin embargo te sonríe cada día y lo vive lleno de esperanza.

Mi corazón llora por tu hijo que con siete años ha visto romperse su familia y se siente perdido, y sin embargo sigue buscando cada día la forma de liberarse de esta carga, aunque su desconcierto le lleve por ahora a derroteros sin futuro.

Mi corazón llora por tu hijo de siete años que un día fatídico vio caer a su hermano a su lado durante el desayuno, fallecido de forma repentina, y sin embargo se esfuerza cada día porque seas feliz, y en memoria de su hermano mayor intenta superarse.

Mi corazón llora por tu bebé recién nacido con una malformación genital que le obligará someterse a una operación, y sin embargo sigue tirando de tu pecho para comer y sonriendo con las carantoñas.

Mi corazón llora por tus hijos de menos de cinco años que están sufriendo una separación violenta de sus padres, llenas de acusaciones y denuncias, y sin embargo abren su corazón a tu nueva pareja con la incógnita de una nueva casa y una nueva familia.

Mi corazón llora por tu hijo de dos años que se ha caído golpeándose en la frente por enésima vez, pero ésta se ha abierto una brecha y ha habido de coserle, y sin embargo, te abraza, te sonríe y quiere jugar de nuevo olvidando el dolor que produce cada tropiezo.

Mi corazón llora por tus hijas de dos años y de ocho meses que han conocido el bienestar, el amor y el calor de su madre y les ha sido arrebatado para siempre, y sin embargo han seguido viviendo, madurando, sonrientes y con un inmenso amor que reparten, creyendo en la vida.

Mi corazón llora por mi bebé, al que amo y con el que hablo siendo no nacido.

Mi corazón llora por los hijos de cada uno, por sus sufrimientos, por las cosas que los padres y las madres no pueden evitar, no saben hacer o confunden.

Mi corazón sonríe a los hijos de cada uno.

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30 septiembre 2012

Cristal roto

Luis Rodríguez de Casso creó la fábrica en la que fue soplada la delicada ánfora con forma de corazón que mediante un fino y esbelto cuello se apoyaba en una basa escalonada adornada con alegres delfines. Una joya que un fatídico día de septiembre nada otoñal cayó, rompiéndose.

Ahora, los añicos de fino cristal esparcidos sobre la alfombra se agitan al son de Paco de Lucía. Vibran con los acordes de su guitarra tocando por bulerías Aires choqueros. Saltan buscándose para recomponer la hermosa pieza original de delicada artesanía con las notas de la Danza ritual del fuego, intentando fundirse con su calor. Pero las lágrimas que mojan la alfombra enfrían la masa de sílices, calcio, sodio, potasio y diversos tipos de óxido, que queda informe tras un vano esfuerzo por recuperar la figura de corazón.

Siguen los pedazos al ritmo de Sólo quiero caminar buscándose en un baile macabro de desencuentros. Su admirable perseverancia se ridiculiza ante la evidencia de una batalla perdida, sin artesano soplador de vidrio.

Y al son de este tango dejo sobre la alfombra los pequeños y disformes fragmentos con la esencia del precioso corazón de cristal roto, mientras hago mía la poesía... y también un delfín.

"Yo sólo quiero caminar
como corre la lluvia en el cristal,
como camina el río hacia la mar."



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